Durante el día, el cuerpo solo está en 3 posiciones: Sentado, tendido y de pie. Al tumbarse en una hamaca, el cuerpo tiene otra cuarta posición posible, que pone cargas y descargas en él de forma distinta a la acostumbrada.
La diferencia con la posición es que en la hamaca sentimos presión (o, dicho de otro modo, descarga) por todos los lados. Esta sensación, junto con el suave balanceo, nos devuelven al seno de nuestra madre, y aumentan nuestro bienestar y sensación corporal, así como nuestra confianza. Por esto, las hamacas se usan también con fines terapéuticos.
En Brasil, miles de personas duermen todas las noches en una hamaca. Porque, al yacer oblicuamente en una hamaca, se está casi completamente recto y maravillosamente resguardado.